Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
Director: Profesor de la UCA Dr. José Antonio Hernández Guerrero
Coordinación del blog:
Antonio Díaz González
Ramón Luque Sánchez

Contacto y envío de textos:
clubdeletras.uca@gmail.com


lunes, 20 de febrero de 2017

Jamón y tortilla, fusión. Hablilla




Apenas unos días faltan para la fiesta en la que la gastronomía juega un papel tan importante como los papelillos y las serpentinas, dos fines de semana para cerrar la casa y pasarlos en la calle, de una esquina a otra y entre cerveza y chiquita, las cuartetas de las agrupaciones acompañarán las tapas, raciones o montaditos que paliarán la gazuza. El hecho de comer y beber se vuelve itinerante y a deshora y mientras el estómago se llena, el bolsillo se aligera pese al beneficio de los precios populares.

Dentro de nada, la plaza del Rey se habilitará para la ocasión, ya ha salido en los periódicos, y dentro de nada en los casilleros a pie de artículo aparecerán los comentarios vituperantes de los de siempre que, como nadie los conoce, seguro se abrirán paso a codazos el primer domingo de Don Carnal para atrapar una ración de lo que sea.

Los tiempos críticos van pasado, pero el ramalazo dura demasiado  y tiene trazas de alargarse todavía más, porque nos lleva la delantera alejándose, perdiéndose en un futuro por el que no vuela el azar. El carnaval le canta a la realidad, a su crudeza, al desaliento que provoca y al pesimismo en que somete, pero el ingenio del letrista es capaz de pellizcar el corazón haciendo saltar la lágrima y la carcajada al mismo tiempo.

En estos días previos a las carnestolendas en los que el frío se ha dejado caer a conciencia, la calle, durante estos fines de semana, sólo se ha visto vacía por la noche, pero como el tiempo acompañará –si no fuera así tampoco importa- permanecerá atestada desde el mediodía hasta que la madrugada agrise el cielo de nuevo. Las máscaras y los disfraces serán fundamentales para darle color y aire de fiesta, porque durante unas horas la calle será el espacio de esparcimiento y solaz del ciudadano, por lo que se convertirá en un escenario cuyo telón y bambalina será humano, con cañón y luz cenital dirigida desde el mismo sol, calle que se disfrutará con desinhibición y espontaneidad. Si a ello añadimos la buena compañía y un plato de jamón, la unión es perfecta.

Nada que envidiarle a la de la feria gastronómica de Madrid, en la que el delicioso manjar se ha fusionado con la tradicional tortilla de patatas para imponerse a las recetas más creativas por lo atrevidas. Quince encuentros lleva ya y siempre sorprende no tanto por exceso como por su defecto. Hace algunas convocatorias se adoptó la frase “menos es más” de Mies van der Rohe, lema que suena a mundo de la moda y que este año ha sido desarrollado al pie de la letra por el equipo del restaurante Mina de Bilbao, con recetas elaboradas con un máximo de tres ingredientes que han sido verdaderas delicias para el paladar más exquisito.

En estos tiempos donde el color y las viandas conforman un conjunto agradable para la vista porque lo del paladar viene después, donde las recetas se sirven en pequeñas raciones –mijitas las llamarían nuestros antecesores- sobre salsas imposibles por su originalidad, es una osadía esta vuelta a los orígenes basada, sin duda, en abrir una rendija entre tanta saturación. Por eso se ha vuelto al huevo, la patata y el aceite, al jamón, al pan y a la mano. Tres ingredientes, no hacen falta más para disfrutar del color y el paladar al mismo tiempo tanto en la mesa más exquisita como en la barra de un chiringuito carnavalero, permítaseme la licencia del palabro. Disfrútenlos.

(Artículo publicado en: http://andaluciainformacion.es/hablillas/656001/jamon-y-tortilla-fusion/)



           Adelaida Bordés


domingo, 19 de febrero de 2017

Despedirse



Por lo visto y por lo oído, despedirse a tiempo es una destreza extraña y un proceder poco común. Y es que, en contra de lo que se suele afirmar, “mandarlo todo al diablo, a paseo o al quinto cuerno” y “dar un portazo”, más que un gesto de cobardía puede ser una prueba de valor.

La decisión de “dimitir” exige, en la mayoría de los casos, lucidez, libertad de espíritu, valentía y, a veces paradójicamente, ser fiel a los compromisos básicos y, sobre todo, a la propia conciencia. Se requieren muchas dosis de atrevimiento para romper con todo, para huir de las esclavitudes y para escapar al vacío. Por eso nos sorprenden gratamente las decisiones de los hombres y de las mujeres que dejan cargos importantes de la vida política, social, económica o religiosa tras hacer una serena reflexión.

La mayoría de la gente -me comenta Pepe- fija con precisión la hora del comienzo de sus actividades, pero no calculan el momento de la terminación. Algunos psicólogos achacan esta indecisión a una inseguridad vital que se manifiesta en timidez, en bloqueo, en torpeza de expresión, en miedo a quedarse solo o, incluso, en falta de imaginación. ¿Será eso lo que les ocurre a los políticos carismáticos, a los conferenciantes insufribles y a las visitas pesadas? A mí me asustan, sobre todo, los que dan razones éticas para no despedirse. Creo que son más peligrosos aquellos que se agarran a la poltrona por un deber de conciencia, por la fidelidad a la llamada de Dios o por la lealtad a los líderes: por responder a la vocación sobrenatural o por obedecer a llamada de la patria.


Estoy convencido de que, para renovar la vida de los grupos humanos, todavía más necesario que reinventar nuevas fórmulas o establecer principios diferentes es preciso cambiar los rostros de los dirigentes. Si es verdad que la experiencia es un capital que hemos de saber rentabilizar, también es cierto que los problemas nuevos requieren soluciones inéditas y manos diferentes. Los gobernantes se cansan o, lo que es peor, se acostumbran a mandar, pero los súbditos se saturan y se empachan cuando durante mucho tiempo están viendo las mismas caras. Hemos de reconocer que estamos mejor dispuestos y educados para decir que sí que para decir que no; para empezar que para terminar, para aceptar los cargos que para presentar la dimisión. José Carlos se pone más trascendente y afirma que, en nuestra cultura occidental, no nos han educado a bien morir. Probablemente tendremos que hacer como Lola cuando ponía la escoba bocarriba detrás de la puerta para así conseguir que María se despidiera en sus largas visitas.    


José Antonio Hernández Guerrero

En el umbral del miedo


María entró como todas las mañana con su sonrisa habitual a saludar a Silvia, pero era una mañana especial, sabía que ya no habría otro día para abrazarla, para infundirle ánimos y disipar sus dudas. Por eso se tomó un poco más de tiempo para entrar, se aseguró en el espejo que tenía una buena cara y practicó por tres veces la respiración profunda que a estas alturas realizaba con gran habilidad... Al abrir la puerta sintió que una oleada de calor le invadía el cuerpo, quería atrapar en su memoria el momento presente, atrás quedaban treinta años de enfermera de oncología, donde había habido muchísimos momentos de despedidas, de pérdidas de personas que al principio eran pacientes y acababan siendo amigas, ahora era ella la que se despedía, la que decía adiós a la vida, la que dejaba, la que se iba... No iba a ser fácil, ella lo sabía y le había tocado a Silvia ser la última paciente que cuidaría, era ella la elegida....

Cuando Silvia vio entrar a María, notó algo raro en su mirada, en su forma de andar, un poco más lenta, más reposada, más serena. Observó como las mejillas de María se ruborizaban al mirarla. Siempre ha habido algo especial entre ellas, pero ahora tuvo una sensación extraña, no sabría cómo explicarlo.....

Hola Silvia ¿Cómo te encuentras hoy? , -saludó María en el umbral de la puerta- Genial María, he dormido toda la noche del tirón, he soñado con mi marido y mi hijo, estábamos celebrando la Navidad y teníamos veinte años más... Se nos veía muy felices, mi hijo con su mujer y los nietos! !Imagínate estaba con mis nietos abriendo los regalos de Navidad!!

Además hoy tengo una sorpresa para tí María, he conseguido que el médico me dé el alta y te estaba esperando para decírtelo, me voy María, al fin vuelvo con los míos!. Quería que tú fueses la primera en saberlo

Una leve sonrisa asomó a los labios de Silvia, pero no era su sonrisa habitual, era una sonrisa triste. ¿Qué te pasa? ¿no te alegras de que me vaya?

Claro que sí, es que estoy muy muy emocionada, eso es todo, ven anda deja que te abrace. María abrazó con fuerza a Silvia, respiró profundamente al mismo tiempo que le susurraba al oído : cuídate, has de vivir por todos aquellos que no lo consiguieron, ¿me oyes?

Venga mujer no te pongas tan dramática con las despedidas que cuando venga a las revisiones te buscaré y nos tomaremos un cafelillos juntas, del bueno, del que me traías a escondidas por las mañanas cuando nadie nos veía, recordaremos viejos tiempos.

Sí me encantaría, ojalá fuese así; la vida es tan misteriosa que nunca se sabe… Pero recuerda, María que las dos hemos traspasado el umbral del miedo, ya no hay vuelta atrás, ¡somos de otra casta! Solo te pido que transmitas este mensaje tal y como yo lo hice contigo, así te podré dejar marchar tranquila.

Claro, eso dalo por hecho. Me has devuelto a la vida y no podré agradecerte la ayuda que me has dado. María sonríe, esta vez es una sonrisa amplia y le dice : Ya lo has hecho, Silvia, sé que seguirás con la cadena que comencé hace tiempo, no la rompas por favor, es muy importante que sigas transmitiendo el mensaje, una vez superado el miedo ya no hay muerte solo queda serenidad y paz.

En ese momento sus miradas se cruzaron, Silvia comprendió que ya no la volvería a ver más, en su interior supo que algo más fuerte las unía, las lágrimas afloraron a sus ojos, eran lágrimas de gratitud, de amor, de felicidad, de comprensión y sobre todo de complicidad.

A las dos semanas Silvia asistió al funeral de María, fue un acto cargado de emoción, lleno de flores tantas como pacientes había cuidado a lo largo de toda su hermosa y valiosa vida....



       Mercedes Díaz Rodríguez

Acta reunión Jerez 17-2-17

Comenzamos en Jerez un nuevo encuentro, en el que siguiendo la norma, su contenido no decepcionó.

*La tarde inició su camino con la presentación, por parte de nuestro compañero Ramón Luque, de su libro " La soledad del héroe".

Nos hizo comprender su inspiración para crearlo como, la propia experiencia, los momentos claves tanto dulces como amargos, los pequeños detalles que se nos quedan dentro del alma y que un día deciden salir a la luz.

*Tras la presentación, Jose Antonio nos comentó que no sólo la poesía debe ser rítmica, sino que toda la literatura tiene que tener fundamentalmente ritmo, armonía, melodía, que provoca un silencio, en el lector, productivo.

*Concadenando con parte del título del libro de nuestro compañero, añadió que paradójicamente, la soledad es el clima adecuado para compartir, hace que el lector comulgue con esos ecos. En el silencio y la soledad es donde descubrimos el elemento necesario para comunicarse. Es metabolizar la vida y las cosas. Tenemos una memoria selectiva que es semilla de la ESPERANZA, de ahí la necesidad de recordar de forma sublimadora.

La literatura descubre los aspectos superficiales de la vida, para descubrir los ecos íntimos de la vida.

*En el siguiente punto del día, el profesor propuso como tema de reflexión literaria para desarrollar, la AMISTAD, y que tras unos minutos y 10 líneas para improvisar, leímos.

*A continuación, nos metimos de lleno en "El arte de comunicar", y específicamente en los temas 9 y 10 dedicados a la "pronuntiato".

Ante las cuestiones de algunos compañeros, el profesor nos enseñó que:

 - Cuando más preparado está un discurso, más improvisado parece (esto es bueno).
 - Sólo debemos improvisar sobre temas muy reflexionados, ordenados y aprendidos.
 - Hablar en público es mucho más que desnudarse físicamente.
 - Hay que captar la benevolencia con la verdadera humildad. 

*Por último los compañeros asistentes, dieron lectura a los textos que traían previamente elaborados.


De esta forma, terminó una tarde más de aprendizaje sobre la Literatura y la vida.


       Carmen Franco 

El espacio, los espacios.

En un principio cuando me enteré que tenía que escribir sobre los espacios, un gran interrogante me cegó sólo vino a mi mente el espacio Inter- Estelar, y en pocos segundos me vi perdida en las estrellas .Más tarde, me puse a reflexionar sobre el tema, y me di cuenta que entre el cielo y la tierra, todo lo que nos rodea son espacios. Está el personal o  intimo: casa, familia, ocio etc, y el espacio exterior o publico: trabajo, compañeros, amigos, y el mundo que nos rodea. Todos son espacios que, de una forma o de otra, tienen que ver con la vida Humana; pero hoy  las nuevas (Tic) nos ofrecen otros espacios donde relacionarnos, y, aunque ese mundo virtual sea positivo para el hombre, hay que ser prudente para no caer en la dependencia, que vemos va en aumento cada día. Con la frialdad de dichas tecnologías estamos perdiendo el calor humano.
  

   

    Mª del Carmen Rodríguez López   

Brillos de mar en un cesto


Brillantes reflejos de mar transparentes bullían agonizantes de desesperación en el interior de una espuerta de pescadores. Unos, trataban de dar saltos para alcanzar el borde del recipiente buscando la posibilidad de huir. Otros, sin embargo, buscaban salvación simulando estar muertos, dejaban en laxitud sus patas, bigotes y cuerpos. Los que huían hacia el fondo del canasto, eran sorprendidos por la mano del pescador que removiendo, les devolvía arriba, para renovar humedad a los camarones que permanecían en la superficie y mantenerles más frescos. Al mismo tiempo que gritaba pregonando su mercancía: —¡Camarones para tortillitas! —Un camarón añejo, sin conocer el idioma humano, recordaba una vez que siendo perseguido por un pescador, tuvo oportunidad de escuchar a su hostigador hablar con un amigo; oyó: ¡Anda que no venía bien ahora una tortillita! A la vez que chocaba una con otra, ambas manos. El animalillo interpretó que “tortillita” equivalía a “aplastamiento”, y decidió huir del canasto. Esperó un descuido del vendedor para alcanzar el borde de un salto. Agazapado, esperó el momento en que un niño rozó el vértice, para subirse a su pelo.

En su casa, el nene, mientras lavaba las manos, descubrió en el espejo al camarón, que viajaba en su pelo. —¡Mamá, un piojo! ¡Hay un piojo en mi pelo!—Gritó —¡No es un piojo, mi cielo! Es un camarón gracioso, que tendrá hambre, sed y muchísimo miedo, por eso, se aferra a tu pelo. Le prepararemos estanque, comida, le cuidaremos. Será nuestra mascota y ya jamás tendrá miedo. Le llamaremos Roberto. Qué feliz está en su estanque, nuestro querido Roberto, se sube a las piedras, salta, disfruta, nadie le persigue. Roberto, ya no tiene miedo.


      © Mercedes del Pilar Gil Sánchez

Oh, el espacio…


Lo que notó nada más despertarse fue la falta de movimientos, de su postura boca abajo y balanceos provocados por una ligerísima brisa dedujo que podría pender de algún árbol, y se percibió a sí misma pupando, como una crisálida… Sus pensamientos la llevaron a recordar la evitación de pequeños espacios, su negativa a hacer uso de ascensores, y regresó a su mente la percepción de espacio pequeño que era para ella su casa. Ahora, que no podía moverse, que estaba atada y pendía de algo, en algún lugar que parecía un gran espacio abierto, lloró por lo lento que transcurría el espacio tiempo. Le quemaba la falta de espacio. Cuando partió hacia el espacio buscando ampliar horizontes, jamás pensó en verse prisionera de un gusano espacial en un perdido planeta de tantos planetas desconocidos que ocupan un espacio en el perdido y lejano espacio exterior. El hilo que la sostenía, balanceaba su cuerpo entre muy corto espacio, que a ella, en ese instante, le parecía infinito.


        © Mercedes del Pilar Gil Sánchez

martes, 14 de febrero de 2017

Sufrimiento


Estoy sorprendido por las interesantes preguntas y por las sugerentes cuestiones que los lectores me han propuesto al hilo de las ideas vertidas en el artículo sobre la existencia del bienestar. Como es natural, muchas de las opiniones no coinciden con mis planteamientos, de la misma manera que las experiencias en las que aquéllas se apoyan son diferentes e, incluso, opuestas a las mías. No caeré en la pretensión -errónea e inútil- de defender con argumentos una convicción basada, como ya indiqué, en mi experiencia personal sólo válida para mí y para aquellos que la hayan vivido de manera análoga.

Aprovecho, sin embargo, la oportunidad para aclarar algunas confusiones que en varios comentarios sobre los obstáculos del bienestar se repiten en las cartas que he recibido. Hemos de reconocer que las enfermedades, los dolores y los sufrimientos -aunque sean realidades humanas estrechamente relacionadas- nos son manifestaciones idénticas.

Las enfermedades son afecciones comunes a todos los seres vivientes -a las plantas, a los animales y a los humanos-; son unos avisos que, amenazadores, nos anuncian la muerte; son las advertencias que, insistentes, nos recuerdan que somos débiles frente a la fuerza agresora de la naturaleza, y son unos síntomas que, claramente, nos revelan que llevamos encerrados en el interior de nuestras entrañas los enemigos de nuestra propia supervivencia. Los dolores los padecemos todos y sólo los seres animados –no las plantas- y constituyen llamadas de atención de mal funcionamiento de las piezas de nuestro complejo organismo; son las alertas que se encienden para comunicar el fallo de algún órgano; son las señales que nos alertan de que algún mecanismo corporal está estropeado.


Los sufrimientos, en el sentido estricto, son propiedades peculiares de los seres humanos; son ambivalentes prerrogativas que nos distinguen de los demás vivientes y nos afligen a los seres humanos; son las resonancias negativas, los ecos profundos –racionales e irracionales- de los dolores físicos, de las agresiones psicológicas o de los ataques morales: los dolores atacan el cuerpo y los sufrimientos hieren el alma. El sufrimiento es una operación de la mente que interpreta el dolor y mide sus dimensiones; es una reacción de la conciencia a los estímulos desagradables; es una respuesta humana en la que interviene de manera directa la inteligencia, la imaginación y, sobre todo, la emotividad. Pero el sufrimiento es, además, una de las vías más seguras y directas para penetrar en el fondo secreto de las realidades humanas, una clave segura para conocer el sentido profundo de los sucesos. Baudelaire, con vigor, con entusiasmo y con hondura, nos dice que la verdad reside en el sufrimiento, en el dolor que es la nobleza más ilustre: la única aristocracia de este mundo, que completa y humaniza turbadoramente la visión de las cosas.


José Antonio Hernández Guerrero

Cine y literatura, ¿buena combinación?


Es conocido por todos que el cine, si quiere producir un buen producto que dar al público, precisa de uno de sus géneros literarios, los guiones. Y son muchos los autores y directores que los escriben para la gran pantalla, por ejemplo en España tenemos casos hoy día muy conocidos como Almodóvar, Alberto Rodríguez, Amenábar… sin embargo, la necesidad de historias que precisa el séptimo arte provoca tener que tirar de otros géneros literarios para satisfacer su demanda, algo que parece lícito, pero que supondrá tener que adaptar la obra a las exigencias que impone una proyección cinematográfica Y exactamente es ahí, en esas adaptaciones, donde encontramos opiniones para todos los gustos y que nos llevan a pensar si, tal vez, la industria cinematográfica hace flaco favor a la literatura o todo lo contrario. Hoy día es imposible no dar por hecho que un best sellers no termine en la gran pantalla. Ahora bien, ¿enriquece el formato fílmico a la obra literaria no escrita exclusivamente para el cine o solo beneficia a éste?

Es obvio que gracias a este medio audiovisual se darán a conocer mundialmente novelas, obras teatrales…, sin embargo, no podemos eludir que el cine nos da su versión, no la que el escritor idea o el lector recrea. Posiblemente he expuesto suficientes argumentos para sembrar dudas o bien inclinarse en un sentido u otro de la pregunta que formulo como título del texto. Con todo, quiero expresar mi más profundo respeto y admiración por ambas disciplinas y el gran placer que experimento cuando las disfruto en perfecta conexión.


           ©2017 M. Carmen Rubio Bethancourt


Sobre el espacio



Dándole vueltas a eso de que «La materia no se crea ni se destruye solo se transforma», tal cual descubrió Antoine-Laurent Lavoisier, imagino, entonces, que nada que haya surgido habrá desaparecido, por tanto, debe de estar ahí, gravitando por el espacio o absorbido por otra entidad que, a su vez, desaparecerá y se incorporará de otro modo a todo cuanto nos rodea y envuelve al universo. Es por ello que me siento confortada al dar por hecho que cuantos seres he querido están, tal vez, a mi alrededor, y que, de igual manera, los que nos iremos permaneceremos. Y nuestros sueños y nuestras almas, ¿serán la esencia de ese espacio que parece infinito?


                 ©2017 M. Carmen Rubio Bethancourt


17-2-17, reunión en Jerez del Club de Letras

El próximo viernes, día 17 del actual mes de febrero, celebraremos nuestra reunión en Jerez, a partir de las seis de la tarde en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho.

Seguiremos profundizando en la operación retórica de la "pronunciación" o "acción".

Además de elaborar y leer un texto sobre el tema que entonces propondremos, podrán leer un texto, previamente preparado de un máximo de veinte líneas.


Cordialmente, José Antonio 

domingo, 12 de febrero de 2017

CLUB DE LETRAS. Encuentro del viernes 27 de enero de 2017. Cádiz



Comenzamos nuestro encuentro con el minuto de silencio, necesario tras la pugna con el ordenador. Seguidamente nuestro compañero Ramón Luque Sánchez nos presentó su poemario La soledad del héroe. Tras una breve introducción a modo de capítulo gratulatorio, nos habló de su particular proceso de elaboración, donde la emoción aderezada  jugó un papel muy importante, subrayando que no era autobiográfico, sino el resultado de unos momentos de lucidez reflejados y convertidos en poemas. Terminó con la lectura de los seleccionados por su parte que fueron seguidos con interés.

A continuación intervino el Profesor Hernández Guerrero. Rescató y utilizó la máxima vita est motus como definición de vivir: moverse, el síntoma que nos revela que seguimos creciendo. Es este el objetivo de nuestro Club de Letras, mejorar  la calidad de la lectura, la escritura y la vida. Escribir y leer, subrayó, es resolver problemas. Si queremos mejorar, añadió, debemos buscar hasta encontrar espacio y tiempo para leer crítica y placenteramente. Por lo que sugirió escribir todos los días, ampliando y reforzando nuestro contacto vía on line, lo que redundaría en nuestro bienestar. También señaló el análisis y la reflexión sobre los textos que recibimos, más que nada por un principio fundamental: porque somos muy exigentes y tenemos que cometer errores, recordando la frase, lo bien hecho merece ser mal hecho. Cerró su intervención con la propuesta de asistencia al Primer Encuentro Interdisciplinar sobre el Bienestar que tendrá lugar los días 14, 15 y 16 de abril, que reunirá a más de treinta especialistas de todas las ramas, de todas las ciencias. Insistió en la obligación ética de buscar la felicidad.

Seguidamente entramos en el apartado del discurso persuasivo y la importancia de ver y de ser visto, de mirar y ser mirado. El Profesor Hernández Guerrero, brevemente, aludió a nuestra condición de mirones, pues olemos, gustamos, tocamos y escuchamos con la vista. Como ejercicio reprodujo unos videos sin sonido, a fin de interpretar todo lo anterior. Sugirió hacerlo con nosotros mismos, para darnos cuenta de que no nos conocemos aunque nos hayamos visto en fotos, porque todos los días cambiamos. Retomó el tema del discurso para advertir que hablar en público es revelador y peligroso. El objetivo,  indicó, es esforzarnos para descubrir la imagen más acorde de interpretar y concebir la vida. Porque somos personas y personajes y si nos ponemos dogmáticos y categóricos se confunden más los mensajes. Si el discurso no responde a las preguntas del destinatario no sirve, concluyó. Como ejemplo refirió las pausas en la radio, que pese a lo contrario pueden resultar muy reveladoras. Aludió a la timidez, aconsejando combatirla con la humildad. Tenemos fluidez cuando el auditorio es amable. Si es adverso nos defendemos cerrando los sentidos, evitando que salga la palabra. Terminó con el reconocimiento de nosotros mismos: somos pobres y débiles, ¿y qué?

Ejercicios:
Escribir sobre el espacio o los espacios, más o menos diez renglones.
Escribir textos de tema libre y un máximo de 24 o 25 líneas para enviarlos on line.

La noche, fría por el desplome mercurial propio de la estación, nos regaló la postal oscura y silenciosa del Parque Genovés, misterioso y fascinante a estas horas.



Adelaida Bordés Benítez

         


miércoles, 8 de febrero de 2017

Seguridad y Sistema Inmune



Todo ser vivo desarrolla una batalla continua por sobrevivir, por permanecer en la existencia con su propia naturaleza y no ser metabolizado para formar parte de otra. El Estado, con mayúscula, entendido como forma de estar una población en un territorio según una misma ley, también debe sobrevivir a una continua “situación actual” que es mutable en sí misma y por naturaleza. Todo fluye, nada permanece, y las causas y factores internos y externos que amenazan a cualquier Estado se parecen mucho a las que afectan a cualquier ser vivo, porque él también es un ser que, si deja de moverse y vivir, languidece y muere. Si nos fijamos en los animales, vemos que tienen un cerebro, una boca y unas patas para relacionarse con el medio ambiente exterior. Es decir para defenderse, atacar, alimentarse y permanecer en él como actor vivo en su nicho ecológico. Y tienen un sistema inmunitario que lo protege de virus, bacterias, hongos, amebas y demás microbios que pudieran hacerle enfermar, pero sin eliminar ni lastimar aquellos otros microbios que le son favorables o necesarios para seguir realizando sus propias funciones vitales. Cuando algún microbio patógeno penetra en ese animal, este otro organismo, también vivo, debe ser destruido para que el animal no enferme. Si el microbio no es eliminado, y puede llegar a reproducirse lo suficiente, el animal enfermo morirá y su cuerpo se pudrirá, se descompondrá y pasará a formar parte de la tierra o de otros seres vivos, pero ya nunca más será el animal vivo que fue. Lo mismo pasará al Estado que no logre atajar la delincuencia, el terrorismo, los ciberataques, las campañas de desinformación, los populismos, la corrupción, los separatismos y demás elementos y actividades patógenas y perjudiciales para la existencia y pervivencia de ese Estado. Sí la debilidad lo hacen colapsar, de nada servirán entonces los ejércitos que, como la piel y las garras, defienden sus fronteras.




            Miguel Ángel Pérez y Pérez.

El espacio, los espacios.


Me preguntaron qué era el espacio y quede pensativo. Dijeron que no era tan difícil dar una opinión, y pregunté: ¿de qué espacio hablamos? Pensé, en voz alta, en un espacio que permitía la pregunta y en otro físico donde plantearla. También que podría referirse a la relación espacio-tiempo o al espacio exterior interestelar. O a esos espacios cerrados que a veces nos agobian y nos hacen buscar lugares abiertos. Entonces recordé que también existen el espacio electromagnético y el cibernético, en los cuales se desarrollan intensas y silenciosas batallas, a menudo desapercibidas pero productoras de graves conflictos que, a veces, degeneran en violencia. No obstante volví al principio y pensé que el espacio ocupado por un cuerpo no lo puede ser por otro y dudé de si una idea comparte espacio con otra o la sustituye. Callé. Ellos también.



             Miguel Ángel Pérez y Pérez.

domingo, 5 de febrero de 2017

El bienestar

                                                             

Como tú me pides- querido amigo- te responderé a tu directa y urgente pregunta: ¿Existe el bienestar? Te contesto: sí.

Te aseguro que, en esta ocasión, no he pedido ayudas a teorías acreditadas ni a doctrinas probadas. Mi respuesta -inmediata, ingenua e irreflexiva- sólo se apoya en la experiencia personal: en la mía, en la tuya, en la nuestra. Traigo a la memoria algunos de esos momentos intensos en los que, extasiados, la hemos disfrutado y, también, recuerdo ese estado de ánimo permanente, ese bienestar razonable, inseguro y tenue que hemos alcanzado -eso sí- desarrollando unos esfuerzos ímprobos. Tú has podido comprobar cómo, apoyándonos mutuamente, es posible mantener los equilibrios inestables de la convivencia, prolongar los días huidizos y ahondar los fugaces minutos de nuestra corta existencia.

Tú -igual que yo- has gozado de esas chispas instantáneas, conmovedoras y fascinantes, que nos habían producido una simple mirada penetrante, un gesto complaciente, una suave caricia, una sosegada meditación, un encuentro afortunado, una compañía grata, un intenso silencio, la armoniosa cadencia de una melodía musical o, simplemente, la luz matizada de cualquier atardecer; tú -igual que yo- te has deleitado con esas partículas minúsculas, densas y sabrosas, que eran capaces de sazonar todas las fibras de nuestra existencia humana; tú -igual que yo- has saboreado los aromas sutiles, excitantes y sugestivos que han transformado nuestra visión de la vida.

Pero, también, tú tienes constancia probada de la posibilidad -de la urgente necesidad- de alcanzar el nivel aceptable de un bienestar durable. Para lograrlo, tú -igual que yo, limitación e historia- tienes que aceptar los estrechos límites de tus espacios, superar las arduas dificultades de tus tiempos, dominar a los feroces enemigos de tu identidad y pagar los altos costes del desánimo, de la indolencia o de la apatía: no tenemos más remedio que trabajar, luchar y sufrir.

El bienestar es una meta suprema y un objetivo irrenunciable que, tenaz y paradójicamente, hemos de perseguir y alcanzar mientras que, ansiosos, recorremos los caminos zigzagueantes de un mundo dislocado y mientras que, fatigados, subimos las empinadas sendas de un universo desarticulado. Ya sé que tú -igual que yo- abrigas la profunda convicción de que algunos tesoros humanos, los más valiosos, no pueden ser devaluados por el desgaste de la rutina, por el deterioro de las enfermedades ni, siquiera, por la decadencia de la senectud.


  José Antonio Hernández Guerrero     


jueves, 2 de febrero de 2017

El olor de la Cuaresma. Hablilla 712



          En estos días, el paseo diario ha dejado de ser pacífico y apacible para convertirse en desafío. El frío se dejó caer por La Isla. Quiso pasearse por nuestras calles para no olvidarse de ella ni olvidarnos. Ha sido el comentario general de esta semana pasada.

La meteorología suele ser tema recurrente, ése al que echamos mano cuando empezamos una conversación con quien acabamos de conocer o hace mucho que no coincidimos. Ciertamente no recordábamos tal bajón mercurial, aunque el pasado invierno nos sorprendió una nevisca en plena tarde. Las fotos no sólo corrieron sino que saltaron de un teléfono a otro mostrando tan insólita estampa. Si la Alameda se parecía a un muestrario de colores, las azoteas no se quedaban atrás. Nunca antes habíamos visto montoncitos de nieve sobre las macetas o junto a ellas, ni en los pretiles, ni en los alféizares de las ventanas. Incluso en algún tendedero se agruparon los copos resbalando, segundos después, para unirse a los otros. Tarde Inolvidable, tal vez irrepetible, pero muy ligada a aquel artículo de Pemán titulado Nieve en Cádiz, una postal escrita que todo articulista debería revisar de vez en cuando.

          El frío acobarda cuando el movimiento no consigue que el calor lo reduzca, sin embargo la obligación de la rutina nos lo ha presentado de distinta forma. Nada más asomar la cabeza a la calle, se nos ha pegado como si fuera hielo en polvo, el mismo que teníamos cuando respirábamos. Era como una gasa que nos tapaba la nariz y la boca, que nos dificultaba incluso la acción de caminar por el cansancio, porque no nos entraba el aire. Pero al girar en la esquina, en las inmediaciones de la Alameda, el frío se impregnó con el olor del clavo que estos días vuela por las mañanas, la especia señera de la Semana Santa, indicadora del final de la Navidad. Y lo desagradable se esfumó.

Es frecuente ver pasar los cartuchos de papel blanco cubiertos por la mano que los soporta, asomando por el bolsillo, continentes de los roscos trenzados, saquitos que esconden los dedos caprichosos y gamberros que los buscan y rompen su redondez para satisfacer el capricho con pellizcos. El aroma de clavo volará hasta el domingo de resurrección pero antes de que llegue se fundirá con el incienso. Ambos se batirán en duelo sin perseguir la victoria, porque no habrá ganador, porque cada uno ocupa su lugar. El del clavo es la pastelería y el del  incienso, el de las tiendas de ropa y mercerías, de donde saldrá antes de que el miércoles de ceniza nos recuerde lo que somos y en lo que nos convertiremos entre las tiras de serpentinas, puñados de papelillos y platos de arroz con leche.

Los puristas o los que presumen de serlo ni habrán leído este texto, habrán pasado la página motivados por el título. Los entendidos se habrán llevado las manos a la cabeza por tal disparate y no habrán pasado el primer párrafo. Los curiosos se atreverán a comparar estos renglones con la sinestesia, el tropo que une dos imágenes que pertenecen a distintos campos sensoriales. Quien los firma no lleva otro afán que el de entretener, de abrir un paréntesis de tres minutos escasos, suficientes para echar la mente a volar. Como ha volado hoy el olor de la cuaresma.



          Adelaida Bordés Benítez, 29 de enero de 2017
Las opiniones vertidas en las publicaciones de este blog son responsabilidad exclusiva de cada firmante.